martes, 16 de agosto de 2022

El Cardenal Joseph Ratzinger defendía la comunión en la mano

La comunión en la mano se ha convertido en las últimas décadas en un objeto de debate y de juicio por parte de ciertos sectores de la Iglesia, especialmente críticos con el Concilio Vaticano II, que han llegado a considerar esta práctica como inadecuada, irreverente, y hasta sacrílega. Han habido algunos que se han atrevido a declarar, frente a lo que señalan todas las fuentes conocidas de la Iglesia primitiva y de los primeros siglos, que fue una práctica originada por el protestantismo para negar la 'presencia real' y que el Concilio Vaticano II quiso introducir para acercar la liturgia eucarística a posiciones más protestantes con fines ecuménicos.

Sin embargo todos los Papas que han habido después del Concilio, y la inmensa mayoría de Obispos y Conferencias episcopales a lo largo de los años, que han estudiado esta práctica para introducirla en sus diócesis, han defendido la licitud y el sentido de comulgar en la mano, estableciendo sin embargo una serie de indicaciones y normas que observar.

En su libro 'La Eucaristía, centro de la vida' del año 2003, el entonces Cardenal Josep Ratzinger, que sería el Papa Benedicto XVI, defiende la comunión en la mano y de una manera muy clara refuta el habitual argumento que considera que recibir el cuerpo de Cristo en la mano es indigno.




El Cardenal Ratzinger, en su libro 'La Eucaristía, centro de la vida', nos invita a redescubrir y reintroducir por todos lo medios posibles una renovada veneración del misterio eucarístico. No hay nada más grande que nosotros podamos hacer que vivir la Eucaristía como lo que es: la Pascua de nuestro Señor Jesucristo, que nos hace pasar de la muerte a la vida. Su grandeza no depende de nuestra celebración, sino que toda nuestra celebración únicamente puede ser una actitud de servicio a la grandeza que nos precede y que no es creada por nosotros.


Respecto a la práctica de la comunión en la mano, recuperada por el Concilio, nos indicó que respecto al argumento de los que consideran que hay una diferencia de dignidad entre recibir la comunión en la lengua o en la mano no podemos entrar en una cuestión de anatomía para valorar que es más o menos digno, recordando que en muchas de las ocasiones se peca mas con la lengua que con nuestras manos, citando además a San Cirilo de Jerusalén:


´Cuando leemos los textos de los Santos Padres comprobamos la actitud tan respetuosa con que comulgaban. En Cirilo de Jerusalén, en el siglo IV, encontramos un texto especialmente hermoso. En sus catequesis bautismales indica a los que van a comulgar como deben de hacerlo: deben adelantarse, formar con sus manos un trono, colocando la derecha sobre la izquierda para que, siendo un trono para el rey, representen al mismo tiempo una cruz. Acerca de este lenguaje simbólico, lleno de profundidad y de belleza dice: las manos del hombre forman una cruz, que se convierte en trono, al que desciende el rey. Las manos extendidas, abiertas pueden considerarse signo de como el hombre se presenta ante el Señor, y le abre sus manos para que ella sean el instrumento de su presencia, trono de su obrar misericordioso en este mundo. Quien piense en esto tendrá que reconocer que es un error discutir sobre esta o aquella actitud´ (pág. 76)


Para más información sobre la comunión en la mano con lo que dice la Iglesia al respecto recomendamos este blog:

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