Con motivo del 5ª aniversario del fallecimiento de Carmen y el inicio de su proceso de beatificación en la diócesis de Madrid, numerosos obispos de todo el mundo han celebrado eucaristías de acción de gracias para recordarla y hacer memoria de su actividad misionera y destacar su entrega total a Jesucristo y a la Iglesia, modelo de vida cristiana.
Carmen Hernández fue siempre una mujer decidida y clara, con un profundo amor y respeto al Papa y a los Obispos, como sucesores de los Apóstoles. Su franqueza y libertad a la hora de decir lo que pensaba no era del agrado de todos, pero indudablemente era fruto de un carácter transparente y claro. Fue la visita del Cardenal y Arzobispo de Madrid Mons. Casimiro Morcillo a las barracas de Palomeras lo que le hizo decidirse definitivamente a colaborar con Kiko, pues vio en aquella inesperada visita una señal de Dios que confirmaba que aquello era una obra del Espíritu Santo. Así, desde aquel mismo acontecimiento, siempre el Obispo ha sido la puerta de entrada y el garante en su diócesis de esta iniciación cristiana de adultos. No sin dificultades, y a veces penurias, incomprensiones y sufrimientos. Pero siempre defendiendo que el Camino no fuera constituido como una Prelatura o asociación independiente, sino bajo la protección y guía de los Obispos diocesanos. 50 años después son los Obispos los que reconocen en ella el don y elección de Dios, una mujer con un carisma particular para ayudar a la Iglesia.